Según el Foro Económico Mundial 2018, de aquí a 2022, al menos el 54% de la fuerza laboral tendrá que capacitarse. En Chile, por ejemplo, existen alrededor de dos millones de personas con empleos rutinarios con alto potencial de ser automatizados por el cambio tecnológico, al mediano plazo. Una realidad que comienza a golpear con fuerza a las empresas que buscan mantenerse competitivas y un reto a todo profesional que quiera mantenerse vigente. En este escenario emerge la idea de “Restaffing” como el proceso de adquisición, despliegue y retención de una fuerza laboral en cantidad y calidad suficientes para crear impactos positivos en la eficacia de las organizaciones, y los conceptos de “Upskilling”, que remite a la disposición de las personas a adoptar nuevas habilidades necesarias para un mejor desempeño en sus puestos actuales y la estrategia de “Reskilling”, entendida como la capacidad para adquirir nuevas habilidades que permitan a los empleados desarrollarse en áreas diferentes a su formación disciplinar de origen.
En estos tres casos hablamos de la necesidad de integrar nuevas habilidades para enfrentar las demandas laborales contemporáneas, un tema de máxima prioridad para directores, gerentes o líderes conscientes de que el futuro de las organizaciones depende de formar a su propia gente, para las necesidades a corto y mediano plazo.
Al respecto, todas las investigaciones sobre el futuro del trabajo, sitúan la capacidad creativa como uno de los aspectos clave en la demanda de nuevos perfiles profesionales.
El problema pasa por que gran parte de los trabajadores del conocimiento, “profesionales cuyo principal valor es su capacidad de trabajar con la mente, pensar nuevas soluciones, analizar la información y definir estrategias, gente que no solo sigue órdenes, sino que ponen su cabeza al servicio de la compañía para la que trabajan” (P. Drucker), creen no tener capacidad creativa producto de que en su formación no hubo suficiente alfabetización en esta habilidad blanda. Pues bien, en la actualidad esto se puede subsanar transfiriendo metodologías que permiten abordar todo proceso de gestión de creatividad e innovación e instalando herramientas que potencian la inteligencia colectiva de los equipos.
Las empresas que están observando cómo sucede la innovación, están trabajando activamente en el reskilling de sus colaboradores en esta área clave, conscientes de que estos nuevos perfiles creativos son escasos y que deben construirse “hibridando” a aquellos empleados que demuestran disposición a complementar sus habilidades troncales, con estas nuevas habilidades complementarias, en función de las necesidades futuras de la organización.
Entre las teorías y metodologías más sencillas y eficientes para procesar tanto la identidad creativa como la gestión misma de estos procesos de ideación destacan Foursight y CPS (Creative Problem Solving).
Investigadores del Buffalo State College (USA) desarrollaron el modelo Foursight (Cuatro visiones) para identificar y potenciar nuestras “preferencias” de pensamiento, representando las distintas maneras en que nos enfrentamos a un desafío creativo o de innovación. Muchos de nosotros preferimos inconscientemente algunos modos de pensar sobre otros, por ello, el saber en qué medida te manejas como Clarificador (identificando problemas), Ideador (generando soluciones), Desarrollador (optimizando todo tipo de ideas) e Implementador (concretando), te permitirá trabajar preferencias y áreas ciegas. De hecho, cuando se saca este conocimiento a la superficie y conoces tu perfil y el de los miembros de tu empresa, los equipos pueden apalancar sus fortalezas y suplir las áreas débiles.
Del mismo modo, los equipos que entienden y aprecian los diferentes estilos resultan más eficientes. Los grupos de trabajo avanzan más rápido en los proyectos asignados comprendiendo la realidad de este modo, donde la diversidad se transforma en ventajas más que en puntos de estrés o conflicto. En el plano personal, una vez que entiendes cuál es tu estilo preferido, puedes encargarte de desarrollar habilidades específicas, echando mano a un toolbox probado durante 50 años, para afinar tu maestría y capacidad en procesos de pensamiento divergente.
Respecto al Modelo de Aprendizaje CPS, desarrollado desde 1940 por Alex Osborn, es clave comentar que se consolidó con el trabajo en conjunto con Sid Parnes de la Universidad de Buffalo, logrando ambos sentar las bases para un framework que ha inspirado a diversas metodologías de innovación como design thinking. La estructura básica consta de cuatro etapas Clarificar, Idear, Desarrollar e Implementar. Con un total de seis pasos explícitos del proceso, en los cuales se utiliza pensamiento divergente y convergente, etapa por etapa. Una eficaz combinación de imaginación y lógica, con un protocolo de pensamiento, que permite una gran efectividad en la búsqueda de soluciones a todo desafío laboral.
Estos modelos y las distinciones que proveen son la esencia de LeanSight, nuestra consultora, reconocida como una organización pionera en Agilidad, y que ahora amplia sus operaciones desarrollando una fuerte apuesta por ocupar un espacio relevante en la transferencia de metodologías de innovación como CPS, Design Thinking, Design Sprint y diversas técnicas de brainstormings, prueba de ello son nuestras capacitaciones en agencias de publicidad y en departamentos de marketing digital, con resultados comprobables. Gran parte de los equipos comienzan a enfrentar sus desafíos de innovación sin estrés y con gran fluidez, realizando sesiones creativas autogestionadas y efectivas que en solo 30-40 minutos finalizan con una amplia variedad de ideas concretas listas para ser validadas.
Te invitamos a profundizar más al respecto revisando el siguiente link.
El empleo, en cinco años: los trabajos que desaparecerán y los que crecerán - El Confidencial